Muchas personas dicen "yo no voy al médico porque siempre sacan algo" y "así no tengo nada y puedo hacer la vida que quiero, comer lo que quiero y no tomar medicamentos" Esa actitud es muy respetable pero no es la más inteligente
Lo digo porque el ponernos la venda en los ojos no va a hacer que evitemos un infarto, un ictus o cualquier otra patología aguda que podríamos haber evitado con una simple revisión.
Al final uno va al médico y ve que no es tan malo, solo hay que dar con un profesional adecuado que te transmita la información de manera sencilla, te indique cuales son las mejores medidas a adoptar para evitar la aparición de complicaciones y finalmente si es necesario prescriba la medicación adecuada.
El corazón puede avisar de diferentes formas: dolor de pecho, falta de aire, palpitaciones o taquicardias (aceleración del pulso) mareos o pérdida de conocimiento, tanto en reposo como durante actividad física o esfuerzo.
Los cardiólogos, una vez interrogado al paciente o realizada lo que llamamos la anamnesis, decidimos que pruebas son necesarias realizar para desenmascarar posibles problemas cardiacos. Puesto que el corazón es uno de los órganos más importantes del organismo, y sólo tenemos uno, debemos cuidarlo.
En cardioceuta contamos con una serie de pruebas diagnósticas, rápidas, sencillas e indoloras, que nos orientan al diagnóstico final.
Debido a que en las enfermedades cardiacas no solo influye el trato que le demos a nuestro corazón (es decir si fumamos, comemos mucha grasa o frituras, hacemos poco deporte) si no también la carga genética que llevemos encima (la herencia de nuestros padres o abuelos) es conveniente realizarse con periodicidad un estudio cardiológico que nos tranquilizara para poder seguir afrontando nuestras actividades de la vida diaria sin riesgo.
Entre las pruebas diagnósticas están el electrocardiograma que detecta actividad eléctrica del corazón, el ecocardiograma para ver el funcionamiento del mismo, si se contrae bien y si existen anomalías en su estructura. También tenemos el holter electrocardiográfico que es una especie de pendrive que se pone 24 horas para ver la actividad eléctrica del corazón durante ese tiempo y ver si hay arritmias o palpitaciones. Holter de tensión arterial para registrar la presión arterial durante 24 horas y ver si realmente somos hipertensos y finalmente la prueba de esfuerzo o ergometría para ver el funcionamiento del corazón durante el ejercicio y si el paciente presenta dolor torácico.
Todas estas pruebas nos orientan a los cardiólogos para saber si el corazón está enfermo y explicaros, siempre de manera sencilla, lo que le pasa, dándole la solución más adecuada, ya sea una simple dieta o los medicamentos adecuados. Todo ello para mimar VUESTRO CORAZÓN.
Lo digo porque el ponernos la venda en los ojos no va a hacer que evitemos un infarto, un ictus o cualquier otra patología aguda que podríamos haber evitado con una simple revisión.
Al final uno va al médico y ve que no es tan malo, solo hay que dar con un profesional adecuado que te transmita la información de manera sencilla, te indique cuales son las mejores medidas a adoptar para evitar la aparición de complicaciones y finalmente si es necesario prescriba la medicación adecuada.
El corazón puede avisar de diferentes formas: dolor de pecho, falta de aire, palpitaciones o taquicardias (aceleración del pulso) mareos o pérdida de conocimiento, tanto en reposo como durante actividad física o esfuerzo.
Los cardiólogos, una vez interrogado al paciente o realizada lo que llamamos la anamnesis, decidimos que pruebas son necesarias realizar para desenmascarar posibles problemas cardiacos. Puesto que el corazón es uno de los órganos más importantes del organismo, y sólo tenemos uno, debemos cuidarlo.
En cardioceuta contamos con una serie de pruebas diagnósticas, rápidas, sencillas e indoloras, que nos orientan al diagnóstico final.
Debido a que en las enfermedades cardiacas no solo influye el trato que le demos a nuestro corazón (es decir si fumamos, comemos mucha grasa o frituras, hacemos poco deporte) si no también la carga genética que llevemos encima (la herencia de nuestros padres o abuelos) es conveniente realizarse con periodicidad un estudio cardiológico que nos tranquilizara para poder seguir afrontando nuestras actividades de la vida diaria sin riesgo.
Entre las pruebas diagnósticas están el electrocardiograma que detecta actividad eléctrica del corazón, el ecocardiograma para ver el funcionamiento del mismo, si se contrae bien y si existen anomalías en su estructura. También tenemos el holter electrocardiográfico que es una especie de pendrive que se pone 24 horas para ver la actividad eléctrica del corazón durante ese tiempo y ver si hay arritmias o palpitaciones. Holter de tensión arterial para registrar la presión arterial durante 24 horas y ver si realmente somos hipertensos y finalmente la prueba de esfuerzo o ergometría para ver el funcionamiento del corazón durante el ejercicio y si el paciente presenta dolor torácico.
Todas estas pruebas nos orientan a los cardiólogos para saber si el corazón está enfermo y explicaros, siempre de manera sencilla, lo que le pasa, dándole la solución más adecuada, ya sea una simple dieta o los medicamentos adecuados. Todo ello para mimar VUESTRO CORAZÓN.


